Por Carolyn Caamaño, Kinesióloga Cesfam Villa Nonguén – Todo esto comenzó con el primer caso de Covid19 en alguna parte del mundo. Eran cientos de kilómetros que nos separaban de ese primer caso. Eran días “normales”, cada uno en su quehacer, profesionales de la salud realizando sus
atenciones habituales, y como kinesióloga del Programa Más Adultos Mayores Autovalentes organizando actividades masivas para las personas mayores y talleres para las distintas sedes y grupos.
Un día un usuario que participaba en el grupo de la radio llegó comentando “parece que nos vamos a tener que saludar con el codo, evitar abrazos y mantener distancia”. Algo se veía venir. Realizamos un taller de autocuidado para ofrecer herramientas para prevenir enfermedades respiratorias, el que incluían lavado de manos, ventilar casas y uso de pañuelos desechables. Ya era viernes y el Covid19 estaba más cerca. Llama un representante de un servicio local informado que por indicación de la autoridad sanitaria se suspenden actividades presenciales en ese espacio físico. Fue un momento complejo intentamos buscar otra sede, pero ya era viernes.
La pandemia nos había alcanzado, un 16 de marzo Chile avanza a Fase 4, lo que implicaba varias acciones para limitar la propagación del virus, entre ellas suspensión de actividades comunitarias con personas mayores. Y así comenzó todo, y ya llevamos 1 año, 2 meses y contando…
Largas jornadas laborales, con la misma cantidad de horas, pero con actividades distintas. Apoyando a todos nuestros usuarios del Programa Más Adultos Mayores Autovalentes. Día a día, llamado tras llamado, realizando actividades vía remota, estando presente con las personas mayores de Nonguén, manteniendo ese vínculo, ese contacto social que tanto se necesita para estos tiempos. Han sido días largos, como se dice “harta pega”. Tiempos complejos. Todos de alguna manera hemos estado en contacto con el Covid19, algunos de manera directa o por algún conocido. Todos realizando un esfuerzo para mantener esa distancia física para evitar su propagación, días en los que sólo quieres un abrazo y sólo podemos hablarnos y vernos en la lejanía por medios electrónicos.
Cuantos hogares en Chile han perdido un integrante de su familia, cuantos no han logrado despedir a ese pariente, cuantas personas aún se mantienen aisladas físicamente e incluso sin contacto social, cuantos han perdido sus trabajos. Dimensionar esa mezcla de emociones que cada
uno guarda en sus corazones, es tremendo. Los días pasan y pasan, y el agotamiento se nota. Las miradas reflejan cansancio, fatiga y agotamiento mental, y sin embargo aún hay personas que no creen que esto sea cierto y desafían la vida, sin pensar en los riesgos para la persona que está al lado. Quizás esto esté por terminar, o simplemente nos falten muchos más días por recorrer, lo único que tengo claro, que la familia, y amigos han sido nuestro sostén y cobijo en estos tiempos difíciles que estamos viviendo. Y el día en que esto termine valoraremos un poco más la vida, apreciaremos esa visitas sorpresas, esas reuniones y festejos a las que nos inviten, esos momentos sencillos, los cuales no tienen precio y se atesoran en el corazón, y ese primer abrazo será el más cálido, y el día de mañana contaremos nuestra historia. Un abrazo al cielo a todos los que han partido.
“Cuando la tormenta pase
te pido Dios, apenado
que nos devuelvas mejores,
como nos habías soñado”.
Alexis Valdés.
Carolyn Caamaño Neira. Kinesióloga.