Porque el modelo chileno así como genera círculos virtuosos, también produce delincuentes y estos son aprovechados por la mala política, para desviar y modificar la agenda.
Por Danilo Ulloa M.
Mientras sigamos viendo la delincuencia y los delincuentes como si fueran una caricatura de Marvel, este mal estructural jamás se va a terminar. Mientras el delito genere utilidades políticas (pues permite cambiar las agendas porque, la delincuencia es más importante), tampoco habrá ningún interés por combatirla de verdad. No nos perdamos, si de verdad quienes hacen gárgaras por la delincuencia esta les importara, el país hace décadas que ya tendría políticas públicas para reducirla o, terminarla.
La delincuencia, al menos Chile hay que verlo como un producto más del sistema educativo chileno, que a la fecha acumula 5.5 millones de chilenos que no han concluido la educación media. Cabe preguntarse entonces: de qué vive la gente que no posee ni las más mínimas competencias (habilidades blandas y duras), para insertarse laboralmente. El modelo chileno también ofrece tres “salidas” para estos casos:
- Quienes poseen baja escolaridad pero una buena formación valórica, trabajarán en lo que sea de manera honrada, pasando a integrar la fuerza laboral de más bajos ingresos y los cordones de pobreza del país. Pobres pero honrados; de los que ya quedan muy pocos.
- Quienes poseen baja escolaridad y débil formación valórica, contaminada con cultura carcelaria (valores de contra cultura), se dedicarán a actividades casi ilegales e ilegales como el comercio ambulante.
- Quienes poseen baja escolaridad y una precaria formación valórica y fuerte cultura carcelaria, estos se dedicarán al delito. Mientras más rentable el delito, mejor. En la cúspide de la pirámide delictual encontramos el narcotráfico, con rentabilidades que rondan el 1.000 %, suficientes para tentar hasta a los más santos y bien formados (como ya hemos comenzado a ver).
A su vez, el modelo educativo es fruto de la constitución que gobierna y ordena un país. El 04 de septiembre el pueblo al rechazar una nueva propuesta constitucional indirectamente validó la constitución vigente, con todas sus bondades, pero también, con todos sus males.
No nos perdamos; la delincuencia es un producto de la institucionalidad vigente: o sea, la normalidad misma y, mientras sea utilizada para hacer gallitos políticos (como los que vemos en las noticias), jamás se terminará.
Despertad !