Un Triste Panteón
La memoria es frágil, queda demostrado con el paso inexorable de los años y la pérdida paulatina de recuerdos de principios y acciones que moldearon la personalidad de cada uno de nosotros, esto es un hecho de la vida que debemos comprender, asumir, e intentar con nuestra acción decidida retrasarlo lo más posible en beneficio personal y de la sociedad.
Otra cosa es que ante la muerte de un ser humano se nos olvide (o nos hagan olvidar) de una plumada las acciones que realizó en vida y que la marcaron, para bien o para mal.
La vida de cada uno de nosotros se desenvuelve en sociedad, los actos que desarrollamos a diario la afectan, ya sea por efectos directo o porque ellos son contrarios a las estructuras culturales de cada minuto histórico de nuestras vidas y trasgreden normas, reglas y valores y con ello violentan al conjunto social.
Hoy vemos con dolor como la amnesia artificial de una parte importante de la población chilena, acicateada por el bombardeo constante de los medios de comunicación afines al capital, que de tanto transmitir loas al difunto terminan por construir un espejismo de lo que fue su vida real y nos convencen de ello. Todo esto ha quedado de manifiesto ante el fallecimiento del ex Presidente Sebastián Piñera Echeñique.
El manto del olvido auto impuesto en una buena parte de la ciudadanía por la muerte del ex Presidente, ayudado por los medios de comunicación formales e informales, eliminó de su vida acciones reñidas con normas, reglas y valores, así como, sus efectos negativos sobre la sociedad chilena. Hemos vivido el mejor ejemplo de como disponiendo de la propiedad de los medios de comunicación masiva y el dinero, es posible crear información y masificarla hasta construir una realidad que acomode el discurso que se quiere imponer.
En este caso en particular la porfiada realidad nos presenta que la vida empresarial del extinto ex Presidente la desarrolló fundamentalmente por medio de especulación financiera, lo que lo llevó a jugar al filo de lo permitido por nuestra laxa legalidad ante delitos de cuello y corbata, acciones ejecutadas solamente por aquellos integrantes de la oligarquía político – empresarial chilena que se escudan en ella y sus relaciones, sin dudas sus acciones transgredieron normas, regla y valores de nuestra cultura impactándola negativamente.
Grandes ejemplos de ellas son los casos: Banco de Talca, Exalmar, Empresas Zombi, Minera Dominga, LAN, Paraísos Fiscales, Chispas, entre otros.
También realizó acciones que afectaron directamente a la sociedad chilena. Siendo presidente de la República declaró la guerra al pueblo chileno en octubre de 2019, lo que se tradujo en violación a los Derechos Humanos, pérdida de vidas, mutilaciones y violencia sicológica. Compró más de 11 mil hectáreas en Chiloé pertenecientes a la nación Huilliche de acuerdo al Tratado de Tantauco, pasando por alto su propiedad ancestral. Operó para desestabilizar comunicacionalmente a su rival política Evelyn Mathei en el kiotazo, entre otros.
La oligarquía de nuestro país nos ha impuesto un panteón de ídolos con pies de barro a los cuales sumamos hoy al ex Presidente Piñera Echeñique, en el futuro se cantarán loas, sonará fanfarria, se levantarán monumentos, se pondrá su nombre a algunas calles, sin embargo, la porfiada realidad estará siempre presente recordándonos sus transgresiones a normas, reglas y valores societarios que lo ubican como uno pobre aporte a nuestro desarrollo como país. Será uno más de los miembros de este triste panteón.
Jorge Pozo Monardes
Imagen gentileza de ABC