ECOSOCIALISMO
POR: Etienne Erice.
El Ecosocialismo nace como una alternativa ante la crisis Ecológica de la Biosfera, en términos prácticos sus postulados se resumen en el manifiesto ecosocialista (1), En su libro, El ecosocialismo, Michael Löwy (2), nos indica que, “Es una corriente política fundada sobre una constatación fundamental: la salvaguarda del equilibrio ecológico del planeta; la protección de un medio ambiente favorable a las especies vivas, incluida la nuestra es incompatible con la lógica expansiva y destructiva del sistema capitalista. La búsqueda del «crecimiento» bajo los auspicios del capital nos conduce a corto plazo y en los próximos decenios a una catástrofe sin precedentes en la historia de la humanidad”.
Se pregunta Michael Löwy, “¿Cuál es, pues, la solución alternativa? ¿La penitencia y la ascesis individual, como parece que proponen tantos ecologistas? ¿La reducción drástica del consumo?, El agrónomo Daniel Tanuro comprueba con lucidez que la crítica cultural del consumismo propuesto por los detractores del crecimiento es necesaria, pero no suficiente. Hay que atacar el propio modo de producción. Solo una toma de conciencia colectiva y democrática permitiría, a la vez, responder a las necesidades sociales reales, reducir el tiempo de trabajo, suprimir las producciones inútiles y perjudiciales, sustituir las energías fósiles por las renovables. Todo esto es una impugnación profunda en el régimen de la propiedad capitalista, una expansión del sector público y de la gratuidad, en resumen, un plan ecosocialista coherente. La premisa central del ecosocialismo, es que todo socialismo no ecológico es un callejón sin salida. Corolario: una ecología no socialista es incapaz de hacer frente al colapso de la civilización.
Un registro de una entrevista relevante al ecosocialista Michael Löwy por Miguel Fuentes (3):
Entrevista realizada al intelectual marxista Michael Löwy, uno de los referentes más importantes del pensamiento anticapitalista a nivel internacional, en torno al creciente peligro de la crisis ecológica y su importancia como problema estratégico central para el Marxismo.
“El peligro de un Eco-suicidio planetario como problema estratégico central de la izquierda”.
Reflexionando en torno a una serie de tópicos tales como el cambio climático, el ecosocialismo y los desafíos del movimiento revolucionario durante las próximas décadas, las ideas de este intelectual constituyen un claro llamado de advertencia para las filas de la izquierda anticapitalista.
Tal como queda en evidencia a partir de las palabras de Löwy, será justamente gracias a la capacidad que tengan las organizaciones de izquierda para integrar estos debates en sus respectivos ejes estratégicos, políticos y tácticos, así como también para ponerlos en el centro de sus respectivos análisis de la realidad mundial, que aquellas podrán prepararse (o no) para enfrentar el último desafío programático de la Revolución Socialista: el peligro del colapso de la civilización y la extinción humana, o bien, en palabras de Löwy la amenaza de un eco-suicidio planetario.
- ¿Que es el Eco-Socialismo y cuáles son sus referentes?
El eco-socialismo es una alternativa radical al capitalismo que resulta de la convergencia entre la reflexión ecológica y la reflexión socialista (marxista). Su premisa fundamental es que la preservación de un ambiente natural favorable para la vida en el planeta es incompatible con la lógica expansiva y destructiva del sistema capitalista. No se pueden salvar los equilibrios ecológicos fundamentales del planeta sin atacar al sistema, no se puede separar la luchar por la defensa de la naturaleza del combate por la transformación revolucionaria de la sociedad.
Existe hoy una corriente eco-socialista internacional que con ocasión del Foro Social Mundial de Belem (enero de 2009) publicó una declaración sobre el cambio climático, firmada por centenas de personas de 45 países. Entre sus precursores se encuentran figuras tales como: Manuel Sacristán (España), Raymond Williams (Inglaterra), André Gorz (Francia), James O’Connor (Estados Unidos), y entre sus representantes actuales están el coautor del “Manifiesto Ecosocialista Internacional” (2001). Joel Kovel (Estados Unidos), el marxista ecológico John Bellamy Foster (Estados Unidos), el indigenista peruano Hugo Blanco, la eco-feminista canadiense Terisa Turner, el marxista belga Daniel Tanuro, y muchos otros.
El eco-socialismo se disocia de dos modelos inoperantes:
1) La ecología conformista, que adapta sus propuestas al mercado y busca desarrollar un “capitalismo verde” – es decir una ilusión nefasta o, en muchos casos, una mistificación.
2) El pretendido “socialismo real” (la fallida URSS, China, etc.), el cual no fue más que una caricatura burocrática del socialismo basada en una imitación servil del aparato técnico capitalista y en un productivismo antiecológico tan destructor de la naturaleza como su equivalente occidental.
El eco-socialismo propone una reorganización del conjunto de modo de producción y de consumo basada en criterios exteriores al mercado capitalista: las necesidades reales de la población y la defensa del equilibrio ecológico. Esto significa una economía de transición al socialismo, en la cual la propia población – y no las “leyes de mercado” o un Buró Político autoritario- decidan, en un proceso de planificación democrática, las prioridades y las inversiones.
Esta transición conduciría no sólo a un nuevo modo de producción y a una sociedad más igualitaria, más solidaria y más democrática, sino también a un modo de vida alternativo, una nueva civilización eco-socialista más allá del reino del dinero, de los hábitos de consumo artificialmente inducidos por la publicidad, y de la producción al infinito de mercancías inútiles. El “Buen Vivir” de la tradición indígena de las Américas es una importante fuente de inspiración para esta alternativa.
- ¿Cuáles son los principales aportes del Eco-Socialismo a la teoría marxista y la práctica de las organizaciones de izquierda?
Muchos ecologistas critican a Marx por considerarlo un productivista. Tal crítica nos parece completamente equivocada: al hacer la crítica del fetichismo de la mercancía, es justamente Marx quien coloca la crítica más radical a la lógica productivista del capitalismo, la idea de que la producción de más y más mercancías es el objeto fundamental de la economía y de la sociedad.
El objetivo del Socialismo, explica Marx, no es producir una cantidad infinita de bienes, pero sí reducir la jornada de trabajo, dar al trabajador tiempo libre para participar de la vida política, estudiar, jugar, amar. Por lo tanto, Marx proporciona las armas para una crítica radical del productivismo y, notablemente, del productivismo capitalista. En el primer volumen del “El Capital”, Marx explica cómo el capitalismo agota no sólo las fuerzas del trabajador, sino también las propias fuerzas de la tierra, agotando las riquezas naturales. Así, esa perspectiva, esa sensibilidad, está presente en los escritos de Marx, sin embargo, no ha sido suficientemente desarrollada.
Es verdad, entretanto, que algunos escritos de Marx, y sobre todo de Engels (el “Anti-Dühring” por ejemplo) plantean que la tarea de una revolución sería únicamente cambiar las relaciones de producción, que se han convertido en trabas al libre desarrollo de las fuerzas productivas. Creemos que, desde una perspectiva eco-socialista, se necesita de una visión mucho más radical y profunda de lo que debe ser una revolución socialista. Se trata de transformar no sólo las relaciones de producción y las relaciones de propiedad, sino la propia estructura de las fuerzas productivas, la estructura del aparato productivo. Hay que aplicar al aparato productivo la misma lógica que Marx pensaba para el aparato de Estado a partir de la experiencia de la Comuna de París cuando aquel decía lo siguiente: “los trabajadores no pueden apropiarse del aparato del Estado burgués y usarlo al servicio del proletariado, no es posible, porque el aparato del Estado burgués nunca va a estar al servicio de los trabajadores. Entonces, se trata de destruir ese aparato de Estado y crear otro tipo de poder”.
Esa lógica tiene que ser aplicada también al aparato productivo: el cual tiene que ser, sino destruido, al menos radicalmente transformado. Este no puede ser simplemente apropiado por las clases subalternas, y puesto a trabajar a su servicio, pues necesita ser estructuralmente transformado. A manera de ejemplo, el sistema productivo capitalista funciona sobre la base de fuentes de energía fósiles, responsables del calentamiento global – el carbón y el petróleo – de modo que un proceso de transición al socialismo solo sería posible cuando se diera la sustitución de esas formas de energía por energías renovables: Por ejemplo, el agua, el viento y, sobre todo, la energía solar.
Por eso, el eco-socialismo implica una revolución del proceso de producción, de las fuentes energéticas. Es imposible separar la idea de socialismo, es decir de una nueva sociedad, de la idea de nuevas fuentes de energía, en particular del sol – algunos eco-socialistas hablan ya de un “comunismo solar”, pues entre el calor, la energía del Sol, el socialismo y el comunismo habría una especie de afinidad electiva.
Pero no basta tampoco transformar el aparato productivo y los modelos de propiedad, es necesario transformar también el patrón de consumo, todo el modo de vida en torno al consumo, que es el patrón de capitalismo basado en la producción masiva de objetos artificiales, inútiles, y peligrosos. Por eso se trata de crear un nuevo modo de consumo y un nuevo modo de vida, basado en la satisfacción de las verdaderas necesidades sociales, lo cual es algo completamente diferente de las presuntas y falsas necesidades producidas artificialmente por la publicidad capitalista. De ello se desprende pensar la revolución eco-socialista como una revolución de la vida cotidiana, como una revolución por la abolición de la cultura del dinero y de la mercancía impuesta por el capitalismo.
El eco-socialismo no es sólo la perspectiva de una nueva civilización, una civilización de la solidaridad- en el sentido profundo de la palabra, solidaridad entre los humanos, pero también con la naturaleza-, es también una estrategia de lucha, desde ya, aquí y ahora. No se trata de esperar hasta el día en que el mundo se transforme, sino a comenzar desde ya, ahora, a luchar por esos objetivos. Se trata de promover la convergencia, la articulación entre luchas sociales y luchas ecológicas, las cuales tienen el mismo enemigo: el sistema capitalista, las clases dominantes, el neoliberalismo, las multinacionales, el FMI, la OMC. Los indígenas de América Latina, desde las comunidades andinas del Perú hasta las montañas de Chiapas, están en la primera línea de este combate en defensa de la Madre Tierra, de la Pachamama, en contra del sistema.
- Noam Chomsky ha afirmado en años recientes que la crisis ecológica es más importante que la crisis económica: ¿qué opina sobre esta frase?
¡Estoy enteramente de acuerdo con Noam Chomsky! La crisis económica es grave, porque les sirve a las clases dominantes, al capital financiero, para aplicar sus recetas neoliberales, agravando el desempleo, destruyendo conquistas sociales, privatizando los servicios públicos, etc. Pero la crisis ecológica es algo mucho más importante, y mucho más peligroso porque amenaza las condiciones de vida de la humanidad en el planeta.
- ¿A que, se refiere cuando usted habla de un posible eco-suicidio planetario?
La civilización capitalista industrial moderna es un tren suicida que avanza, con una rapidez creciente, hacia un abismo: el cambio climático, el calentamiento global. Se trata de un proceso dramático que ya empezó, y que podrá llevar en las próximas décadas a una catástrofe ecológica sin precedente en la historia humana: elevación de la temperatura, desertificación de las tierras, desaparición del agua potable y de la mayoría de las especies vivas, multiplicación de los huracanes, elevación del nivel del mar, hasta que Londres, Ámsterdam, Venecia, Shanghái, Rio de Janeiro y las demás ciudades costeras queden bajo el agua. ¿A partir de un cierto nivel de elevación de la temperatura, será aún posible la vida humana en este planeta? Nadie puede contestar con seguridad esta pregunta.
- ¿Es dicho eco-suicidio planetario una situación hipotética, o bien es una posibilidad concreta para las próximas décadas?
Los científicos, como James Hansen -durante muchos años climatólogo da la NASA en Estados Unidos- nos explican que el cambio climático no se desarrollará en forma gradual, sino que con saltos cualitativos. A partir de un cierto nivel de calentamiento -2° centígrados más allá de las temperaturas preindustriales- el proceso se tornará irreversible e imprevisible. Esto puede suceder en las próximas décadas, sobre todo si se confirman una serie de evidencias científicas recientes: derretimiento de los hielos de los polos con más rapidez de lo previsto; masivas emisiones de metano (un gas con mucho mayor efecto de invernadero que el CO2) por el derretimiento del permafrost en Siberia, Canadá, etc. Nadie puede prever cuando se dará el vuelco, y por lo tanto no tienen sentido las previsiones que se refieren al año 2100.
- Una serie de científicos han comenzado a alertar sobre una gran crisis planetaria en el caso de que el calentamiento global supere los 2 grados centígrados, produciendo con ello un importante quiebre de los sistemas agrícolas. Ideas similares han venido siendo discutidas en el ámbito de los estudios energéticos, planteándose la posibilidad de una crisis estructural cercana del capitalismo como producto del agotamiento del petróleo y los combustibles fósiles (fenómeno denominado como Peak Oil). ¿Cómo se relacionaría la idea en torno al peligro de un eco-suicidio planetario con la posibilidad de un fenómeno de colapso capitalista, aquello como consecuencia del avance de la crisis ecológica en el futuro próximo?
En primer lugar: no tiene sentido discutir del Peak Oil como se hacía aún hace algunos años. El problema no es el agotamiento del petróleo, sino que hay demasiadas reservas de petróleo y carbón. Si se queman estas reservas fósiles, el calentamiento global será inevitable y catastrófico.
Ahora bien, la crisis ecológica, por sí misma, no lleva a un colapso del capitalismo. El capitalismo puede sobrevivir en las peores condiciones energéticas y agrícolas. No hay ningún mecanismo automático que lleve a un colapso capitalista. Habrá crisis terribles, pero el sistema encontrará alguna salida, en forma de guerras, dictaduras, movimientos fascistas, etc. Así fue en los años 1930 y así puede pasar en el futuro. Como decía Walter Benjamin: “el capitalismo nunca va morir de muerte natural”. Si queremos poner un fin al sistema capitalista, esto solo será posible por un proceso revolucionario, una acción histórica colectiva anticapitalista. El capitalismo solo desaparecerá cuando sus víctimas se levanten en contra de él, y lo supriman.
- Marx afirmó en el “Manifiesto Comunista” que la historia de la humanidad ha sido hasta hoy la historia de la lucha de clases, y que esta lucha terminó siempre en la victoria de una clase sobre otra… o bien “en la destrucción de las dos clases en conflicto”. En nuestros días, más de siglo y medio después de aquella afirmación, un equipo de investigadores financiados parcialmente por la NASA ha hecho público un estudio en el cual se sugiere, entre otras cosas, que la combinación de los efectos del cambio climático y los niveles de concentración extrema de riquezas, así como también de una futura escasez de recursos a nivel mundial, estarían a punto de producir el derrumbe de la civilización contemporánea. ¿Podríamos decir hoy que la sincronización entre la crisis ecológica, económica y social constituiría la materialización histórica de aquella posibilidad prevista por Marx en torno a una posible autodestrucción de las clases fundamentales del capitalismo?
Creo que se tratan de realidades distintas. La concentración extrema de riquezas no conduce a la “destrucción de las dos clases en lucha”: es sencillamente la victoria de una de las clases, la burguesía financiera parasitaria, en contra de las clases subalternas…
Ahora bien, la crisis ecológica si puede tener como resultado el derrumbe de la civilización actual, y la autodestrucción de las clases de la sociedad moderna, según la previsión de Marx. Si se permite al capitalismo destruir al planeta, todos los seres humanos serán víctimas. Pero la mentalidad de los capitalistas, en particular la oligarquía fósil -los intereses de la industria del carbón, del petróleo y sus asociados de la electricidad, del transporte, de la industria química, etc.- podría ser resumida con la famosa frase del rey francés Luis XIV: “Después de mí, que venga el diluvio”.
- Durante las primeras décadas del siglo XX, algunas importantes figuras del Marxismo tales como Lenin, Trotsky o Gramsci, debieron enfrentar los horrores de las Guerras Mundiales y el Fascismo. En nuestro caso, en cambio, pareciera que tenemos ante nosotros un horizonte destructivo muy superior al que dichos revolucionarios podrían haber siquiera imaginado. Un ejemplo de esto puede graficarse en los efectos híper-catastróficos que podría llegar a tener pronto el cambio climático, así como también en el comienzo de lo que algunos importantes referentes científicos han denominado como la VI Extinción Masiva de la Vida Terrestre. Otra denominación en boga de este fenómeno es la de Antropoceno y su posible relación con un fenómeno de extinción inminente de la propia especie humana. ¿Es correcto para usted afirmar que nos encontraríamos a las puertas de un salto destructivo inédito de la dinámica capitalista?
Hay un consenso creciente entre los científicos en torno a que hemos entrado en una nueva era geológica, el Antropoceno, una era en la cual la acción humana -de hecho, la civilización capitalista industrial moderna- determina los equilibrios del planeta, para empezar el clima. Una de las características del Antropoceno es el proceso de la VI Extinción Masiva de las Especies Terrestres, que ya empezó.
La elevación de la temperatura global encima de 2° centígrados tendrá sin dudas efectos “híper-catastróficos”, que no se pueden comparar con otros eventos históricos (guerras, etc.), sino sólo con eventos de otras eras geológicas cuando, por ejemplo, la mayoría de las costas de los continentes actuales estaba bajo el mar.
No creo que se pueda afirmar que la extinción de la especie humana sea “inminente”. Es un peligro real, una amenaza, pero en las próximas décadas.
- Hace más de un siglo Rosa Luxemburgo lanzó una de las tal vez más oscuras advertencias de la tradición marxista: esto es, su famosa frase de “Socialismo o Barbarie”. En el caso de Walter Benjamin, es igualmente conocida su advertencia en torno a la necesidad de “cortar la mecha antes de que la chispa llegue a la dinamita”, esto haciendo alusión a la posibilidad de un “fin catastrófico” (negativo) del desarrollo capitalista. Hoy, cuando ha pasado más de un siglo en el cual el capitalismo ha seguido imponiendo su voluntad a costa de la humanidad completa… ¿es posible decir que la barbarie ha triunfado… o bien que se encontraría cerca de hacerlo?
La barbarie no ha triunfado aún. Tampoco sabemos si se encuentra cerca de hacerlo. Todo depende de la capacidad de resistencia de las víctimas del sistema: es decir, también, de nosotros. El fatalismo es un error político. Como decía Gramsci, necesitamos el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad.
- En décadas recientes, algunas de las ideas-fuerza más importantes que la intelectualidad capitalista integró en su programa ideológico fueron aquellas alrededor de los conceptos de “fin de la historia”, “fin de la lucha de clases” y “fin de la clase obrera”. Dejando a un lado el evidente triunfalismo capitalista que acompañó el desarrollo de dichas ideas durante los 80’s y 90’s… ¿pueden considerarse hoy dichos conceptos, de cara al posible eco-suicidio planetario que podría traer consigo la crisis ecológica, como verdaderas “intuiciones teóricas”, (inconscientes) de la clase capitalista respecto a la dinámica autodestructiva (terminal) que se abría con el ciclo neoliberal? ¿Es el peligro del “fin de la historia” hoy un peligro real?
El posible eco-suicidio planetario es un peligro real, pero nada tiene que ver con los discursos ideológicos del “fin de la historia” o de la lucha de clases, que proclamaban la eternidad del capitalismo neoliberal. Al revés, la lucha de clases es el método para poner un fin a la dinámica auto destructiva del capital.
- ¿Cómo podemos pensar esta situación desde el Marxismo y prepararnos para un escenario de crisis con una magnitud posiblemente muy superior a la que enfrentó el campo de las luchas sociales en los últimos siglos?
El Marxismo nos permite entender la naturaleza destructiva del capitalismo, su tendencia inexorable a la expansión perpetua, y por tanto su contradicción con los límites naturales del planeta. El Marxismo nos permite ubicar en las víctimas del sistema, en las clases y grupos oprimidos y explotados el sujeto posible de una transformación anticapitalista. Finalmente, el Marxismo nos propone, con el programa socialista, los fundamentos de una alternativa radical al sistema. Pero, sin dudas, como hemos planteado más arriba, necesitamos una reformulación eco-socialista de las concepciones marxistas.
- ¿Es la Revolución Social y una política anticapitalista que se plantee la expropiación de la burguesía y la toma del poder de los trabajadores un paso necesario ya sea para frenar el desastre que se avecina, o bien para prepararnos para resistir el colapso?
Frenar el desastre es una tarea inmediata. Cada cañería de petróleo que se interrumpe, cada central eléctrica de carbón que se cierra, cada bosque que se protege contra la voracidad destructora del capital, frena el desastre. Pero sólo se podrá impedir el derrumbe de la civilización humana destruyendo al sistema con una Revolución Socio-ecológica.
- ¿Es necesario adaptar el programa y la política de la Revolución Socialista de cara a los nuevos peligros que supone la combinación entre crisis ecológica, económica y social durante el presente siglo? ¿Qué elementos nos entrega el Manifiesto Eco-Socialista para esta tarea?
El “Manifiesto Eco-Socialista” no tiene la respuesta a todos estos interrogantes. Sencillamente plantea que el socialismo del siglo XXI tiene que ser un socialismo ecológico, y viceversa: de poco nos sirve una ecología que no sea socialista. Su principal tesis es que el sistema capitalista es incompatible con la preservación de la vida en nuestro planeta. El programa socialista tiene que transformarse en programa eco-socialista, integrando de manera mucho mas central la cuestión de la relación con la naturaleza que en la tradición socialista o comunista del siglo XX.
- Uno de los principios fundamentales del Marxismo Revolucionario ha sido el de defender el rol de la clase obrera como sujeto social de la Revolución Socialista. Ahora bien, si consideramos que un posible colapso civilizatorio inminente se asociaría al derrumbe de la sociedad industrial y, por ende, a la desintegración del propio sujeto obrero en vastas regiones del planeta… ¿es posible seguir defendiendo la centralidad del movimiento obrero en la lucha de clases y el proyecto socialista?
La combinación de las crisis “tradicionales” del capitalismo y la crisis ecológica crea las condiciones para una amplia alianza de fuerzas sociales en contra del sistema. Potencialmente, como lo planteaba “Occupy Wall Street”, los 99% que no tienen un interés fundamental en la mantención del sistema, son actores posibles para su superación. De hecho, desde la Conferencia Intergaláctica de los Zapatistas en Chiapas en 1996, y los eventos de Seattle en 1999, hasta los movimientos recientes de Indignados, vemos los primeros elementos de esta coalición anti-sistémica. Participan en ella sindicalistas, ecologistas, movimientos indígenas, campesinos, movimientos de mujeres, asociaciones cristianas, corrientes revolucionarias, movimientos de la juventud, grupos de vecinos, militantes socialistas, comunistas y anarquistas. Hoy en día en América Latina las comunidades indígenas y campesinas están en la vanguardia de las luchas socio-ecológicas, antineoliberales, antiimperialistas y anticapitalistas. Pero en último análisis, la principal fuerza de esta coalición son los trabajadores, en el sentido amplio: los que viven de la venta de su fuerza de trabajo, o de su propio trabajo individual o comunitario. Esta amplia clase de trabajadores, que no debe ser confundida solamente con los obreros industriales, constituye la mayoría de la población, y sin su acción colectiva ninguna revolución será posible.
- Otro de los principios tradicionales del Marxismo durante el siglo XX fue el de defender la necesidad del control obrero de la producción, la planificación mundial de la economía y la distribución socialista de las riquezas como vías posibles para satisfacer, entre otras cosas, las necesidades materiales del conjunto de la humanidad. Ahora bien, si consideramos que la crisis ecológica que se avecina (y el tipo de quiebre alimentario global que aquella traerá consigo) podría implicar que incluso dichas medidas sean ya insuficientes (ineficaces) para dar respuesta a las necesidades de la población mundial, esto debido a la propia gravedad de la crisis que se avecina y a la inexistencia de tecnologías capaces de asegurar una adecuada producción agrícola ante un escenario de cambio climático híper-catastrófico… ¿Qué hacer? ¿Cómo resolver esta aparente paradoja en la cual un sector de la humanidad pareciera estar ya perdida (muerta) para el proyecto socialista? Más todavía… ¿es posible resolverla?
Creo que es prematuro discutir de qué hacer cuando el calentamiento global supere a los 2° centígrados… Nuestra tarea en las próximas décadas es tratar de impedir esto, promoviendo las luchas socio-ecológicas, las varias resistencias anticapitalistas y la consciencia ecosocialista. El objetivo es la abolición del capitalismo, la planificación ecosocialista – en escala local, nacional, continental, y, en algún momento, mundial- la distribución de la riqueza y el control democrático (no sólo “obrero”) de la población sobre la producción y el consumo.
Por supuesto, es posible que seamos derrotados, y que la humanidad sea llevada por el capitalismo a una catástrofe. Pero en el momento histórico actual, tenemos que llevar adelante, con todas nuestras fuerzas, este decisivo combate para evitar el desastre.
- Teniendo en cuenta la gravedad de las amenazas implicadas en la crisis ecológica actual… ¿por qué aquellas han sido tan escasamente tratadas en el ámbito de las organizaciones de la izquierda? ¿Es necesario discutir estas amenazas: por ejemplo la pronta agudización del problema alimentario mundial y de la escasez de agua, el posible quiebre de las cadenas productivas de recursos básicos, el desarrollo de eco-guerras imperialistas, o bien la propia posibilidad del colapso del capitalismo y la civilización, tomándolos como nuevos problemas estratégicos fundamentales de la teoría y la practica marxista del siglo XXI?
Hay varias explicaciones posibles para el retraso en la toma de consciencia ecológica de la izquierda:
1) El dogmatismo, la repetición de lo tradicional, la resistencia a aceptar cambios en la teoría y la práctica.
2) El economicismo, la reducción de la política a intereses corporativos inmediatos: por ejemplo “salvar el empleo”, esto sin cuestionar las consecuencias humanas, sociales o ecológicas de estos “empleos”.
3) La influencia de la ideología burguesa del “progreso”, identificado con la expansión, el “crecimiento” de la economía, la producción de más y más mercancías, y el consumismo.
4) El carácter futuro de las amenazas ecológicas -colapso de la civilización- en comparación con los problemas económicos inmediatos: la crisis, el desempleo, etc.
- En el caso de la izquierda anticapitalista chilena y argentina (por ejemplo en el ámbito trotskista, anarquista, guevarista o indigenista) ninguna organización ha integrado hasta ahora estas discusiones en los respectivos debates teóricos y estratégicos centrales de sus corrientes, así como tampoco al nivel de sus programas, análisis de la realidad internacional, políticas de acción, tácticas de intervención, etc. ¿Qué llamado podría hacer a las organizaciones de izquierda y a los movimientos sociales en América Latina para comenzar a debatir estos problemas con la importancia que merecen?
En varios países del mundo, en Europa, Estados Unidos, América Latina, vemos cada vez más sectores de la izquierda anticapitalista que se definen como ecosocialistas. Es lo que ha pasado, ya hace varios años, con la Cuarta Internacional. En Estados Unidos existe una importante corriente ecosocialista que se manifiesta en revistas marxistas como “Monthly Review”, “Capitalism, Nature and Socialism”, “Against the Current”, etc. Hay que mencionar también la ecología social de sensibilidad anarquista, fundada por Murray Bookchin, que es bastante cercana al ecosocialismo. Uno de los grandes pensadores del indigenismo en América Latina, Hugo Blanco, proclama que las comunidades indígenas ya practicaban el ecosocialismo hace siglos. Podríamos dar varios otros ejemplos.
Pero sin duda muchos grupos de la izquierda anticapitalista están lejos aún de haber integrado, de manera decisiva, la cuestión ecológica en su concepción del socialismo y de la revolución. Es nuestra tarea convencerlos, pacientemente, en una discusión fraternal. Pero quizás más que nuestros argumentos, serán los hechos, cada vez más graves en los próximos años, los que harán cambiar sus ideas.
Fin de la entrevista.
Otro referente importante de ideas ecosocialistas, es el:
Manifiesto Ecosocialista desarrollado por Joel Kovel y Michael Löwy, en el 2001.
El Manifiesto ecosocialista
Introducción.
La idea de este manifiesto ecosocialista fue lanzada en conjunto por Joel Kovel y Michael Löwy en un taller sobre ecología y socialismo celebrado en Vincennes, cerca de París, en septiembre de 2001. Vivimos en un tiempo donde el viejo orden está muriendo (arrastrando a la civilización consigo) mientras el orden nuevo no parece capaz de nacer. Pero al menos puede anunciarse. La sombra más profunda que se cierne sobre nosotros no es el terror, el colapso ambiental, ni la recesión o depresión global. Es el fatalismo internalizado que afirma que no existe alternativa posible al orden mundial capitalista.
Por eso quisimos poner un ejemplo de un tipo de discurso que niega deliberadamente el ánimo actual de transigencia angustiada y aceptación pasiva.
El ecosocialismo no es aún un fantasma, ni está plasmado en ningún partido o movimiento concreto. Sólo es una línea de razonamiento, basada en una lectura de la crisis actual y las condiciones necesarias para superarla. No pretendemos ser omniscientes. Lejos de ello, nuestro objetivo es invitar al diálogo, al debate, a la enmienda, sobre todo, en el sentido de cómo esta noción puede realizarse.
¿Cómo pueden reunirse?, ¿Podemos imaginar una “internacional ecosocialista” ?, ¿Puede el fantasma llegar a existir? Con ese fin, convocamos al debate.
Cuerpo del Manifiesto ecosocialista:
El siglo XXI se inicia de manera catastrófica, con un grado sin precedentes de deterioro ecológico y un orden mundial caótico, amenazado por el terror y por conglomerados de guerra desintegradora, de baja intensidad, que se extienden como gangrena a través de amplios segmentos del planeta -África Central, Medio Oriente, Asia Central y del Sur y noroeste de Sudamérica- y reverberan a través de las naciones.
En nuestra visión, la crisis ecológica y la crisis de deterioro social están profundamente interrelacionadas y deben ser vistas como distintas manifestaciones de las mismas fuerzas estructurales. La primera se origina ampliamente en la industrialización rampante que desborda la capacidad de la Tierra para amortiguar y contener la desestabilización ecológica. La segunda se deriva de la forma de imperialismo conocida como globalización, con efectos desintegradores en las sociedades que encuentra a su paso. Más aun, estas fuerzas subyacentes son esencialmente aspectos diferentes de una misma corriente, que debe ser identificada como la dinámica central que mueve a la totalidad: la expansión del sistema capitalista mundial.
Rechazamos todos los eufemismos o la suavización propagandística de la brutalidad de este régimen: todo intento de lavado verde de sus costos ecológicos, toda mistificación de sus costos humanos en nombre de la democracia y los derechos humanos. Insistimos, por el contrario, en mirar al capital desde la perspectiva de lo que realmente ha hecho.
Actuando sobre la naturaleza y su equilibrio ecológico, el régimen, con su imperativo de expansión constante de la rentabilidad, expone los ecosistemas a contaminantes desestabilizadores; fragmenta hábitats que han evolucionado durante eones para permitir el florecimiento de los organismos, despilfarra los recursos y reduce la sensual vitalidad de la naturaleza al frío intercambio requerido por la acumulación de capital.
En lo concerniente a la humanidad y sus demandas de autodeterminación, comunidad y una existencia plena de sentido, el capital reduce a la mayoría de la población mundial a mero reservorio de fuerza de trabajo, mientras descarta a muchos de los restantes como lastre inútil. Ha invadido y erosionado la integridad de las comunidades a través de su cultura global de masas de consumismo y despolitización. Ha incrementado las desigualdades en riqueza y poder hasta niveles sin precedentes en la historia humana. Ha trabajado en estrecha alianza con una red de estados clientes serviles y corruptos, cuyas élites locales ejecutan la tarea de represión ahorrándole al centro el oprobio de la misma. Y ha puesto en marcha una red de organizaciones supraestatales bajo la supervisión general de los poderes occidentales y del superpoder Estados Unidos, para minar la autonomía de la periferia y atarla al endeudamiento, mientras mantiene un enorme aparato militar para asegurar la obediencia al centro capitalista.
Creemos que el actual sistema capitalista no puede regular, y mucho menos superar, las crisis que ha desatado. No puede resolver la crisis ecológica, porque hacerlo requiere poner límites a la acumulación -una opción inaceptable para un sistema cuya prédica se apoya en la divisa: ¡crecer o morir! Y no puede resolver la crisis planteada por el terror y otras formas de rebelión violenta porque hacerlo significaría abandonar la lógica imperial, lo que impondría límites inaceptables al crecimiento y a todo el “modo de vida” sostenido por el ejercicio del poder imperial. Su única opción restante es recurrir a la fuerza bruta, incrementando así la alienación y sembrando las semillas del terrorismo… y del antiterrorismo que lo sigue, evolucionando hacia una variante nueva y maligna de fascismo.
En suma, el sistema capitalista mundial está en una bancarrota histórica. Se ha convertido en un imperio incapaz de adaptarse, cuyo propio gigantismo deja al descubierto su debilidad subyacente. Es, en términos ecológicos, profundamente insustentable y debe ser cambiado de manera fundamental, y mejor aún, reemplazado, si ha de existir un futuro digno de vivirse.
De este modo, regresa la categórica disyuntiva planteada una vez por Rosa Luxemburgo: ¡socialismo o barbarie!, en momentos en que el rostro de esta última refleja ahora el sello del siglo que empieza y asume el semblante de la eco catástrofe, el terror y contra terror, y su degeneración fascista.
Pero, ¿por qué socialismo, por qué revivir esta palabra en apariencia destinada al basurero de la historia por los fracasos de sus interpretaciones del siglo XX?. Por esta única razón: por muy golpeada e irrealizada que esté, la noción de socialismo aún sigue en pie para la superación del capital. Si el capital ha de ser vencido, tarea que ahora tiene carácter urgente para la supervivencia de la civilización misma, el resultado será por fuerza “socialista”, porque ése es el término que significa el paso hacia una sociedad post capitalista. Si decimos que el capital es radicalmente insustentable y se fragmenta en la barbarie esbozada arriba, estamos diciendo también que necesitamos construir un “socialismo” capaz de superar las crisis que el capital ha venido desatando. Y si los “socialismos” del pasado fracasaron en hacerlo, entonces es nuestra obligación, al elegir no someternos a un destino bárbaro, luchar por uno que triunfe. Y tal como la barbarie ha cambiado de un modo que refleja el siglo transcurrido desde que Luxemburgo expresara su alternativa fatídica, así también el nombre y la realidad de “socialismo” deben hacerse adecuados para este tiempo.
Por estas razones escogimos llamar ecosocialismo a nuestra interpretación del “socialismo”, y dedicarnos a su realización.
¿Por qué el ecosocialismo? Vemos al ecosocialismo no como la negación sino como la realización de los socialismos “de primera época” del siglo XX, en el contexto de la crisis ecológica. Como aquéllos, éste se construye entendiendo el capital como trabajo objetivado, y se funda en el libre desarrollo de todos los productores o, en otras palabras, en el desmantelamiento de la separación de los productores respecto de los medios de producción. Entendemos que este objetivo no pudo ser realizado por los socialismos de primera época, por razones demasiado complejas de abordar aquí, excepto resumirlas en los diversos efectos del subdesarrollo en un contexto dominado por la hostilidad de los poderes capitalistas existentes. Esta coyuntura tuvo numerosos efectos nocivos en los socialismos existentes, principalmente la negación de la democracia interna junto a la emulación del productivismo capitalista, lo que terminó por conducir al colapso de esas sociedades y a la ruina de sus ambientes naturales.
El ecosocialismo mantiene los objetivos emancipatorios del socialismo de primera época y rechaza tanto las metas reformistas, atenuadas, de la socialdemocracia, como las estructuras productivistas de las variantes burocráticas de socialismo. En cambio, insiste en redefinir tanto la vía como el objetivo de la producción socialista en un marco ecológico. Lo hace específicamente con respecto a los “límites del crecimiento” esenciales para la sustentabilidad de la sociedad. Estos se adoptan, sin embargo, no en el sentido de imponer escasez, privación y represión. El objetivo, por el contrario, consiste en una transformación de las necesidades y un cambio profundo hacia la dimensión cualitativa, alejándose de la cuantitativa. Desde el punto de vista de la producción de mercancías, esto se traduce en una valorización de los valores de uso por sobre los valores de cambio -un proyecto de vasto significado, que se funda en la actividad económica directa.
La generalización de la producción ecológica bajo condiciones socialistas puede proporcionar la base para superar las crisis actuales. Una sociedad de productores libremente asociados no se detiene en su propia democratización. Debe, por el contrario, insistir en la liberación de todos los seres como fundamento y propósito. Supera así el impulso imperialista, subjetiva y objetivamente. Al realizar tal objetivo, lucha por superar todas las formas de dominación, incluyendo en especial las de género y raza. Y supera las condiciones que dan origen a las distorsiones fundamentalistas y sus manifestaciones terroristas. En suma, supone una sociedad mundial en un grado de harmonía ecológica con la naturaleza impensable en las condiciones actuales. Una consecuencia práctica de estas tendencias se expresaría, por ejemplo, en la extinción de la dependencia en los combustibles fósiles consustancial al capitalismo industrial. Y esto a su vez puede proporcionar la base material para la liberación de los países oprimidos por el imperialismo del petróleo, mientras que permite la contención del calentamiento global, junto a otros problemas de la crisis ecológica.
Nadie puede leer estas propuestas sin pensar, primero, en cuántos problemas prácticos y teóricos generan, y segundo y más abrumadoramente, en lo lejanas que están con respecto a la configuración actual del mundo, en su anclaje institucional y en la forma en que se imprime en la conciencia. No necesitamos desarrollar estos puntos, que deberían ser instantáneamente reconocibles para todos. Pero quisiéramos insistir en que sean tomadas desde una perspectiva apropiada. Nuestro proyecto no consiste ni en delinear cada paso de esta vía ni en ceder ante el adversario debido a la preponderancia del poder que ostenta. Se trata, en cambio, de desarrollar la lógica de una transformación suficiente y necesaria del orden actual, y en empezar a desarrollar las etapas intermedias en dirección a este objetivo. Lo hacemos para pensar con mayor profundidad en estas posibilidades y, al mismo tiempo, empezar el trabajo de diseñar junto a todos los que piensan parecido. Si algún mérito hay en estos argumentos, entonces debe ocurrir que pensamientos similares, y prácticas que realicen esos pensamientos, germinen coordinadamente en innumerables puntos alrededor del mundo. El ecosocialismo será internacional, y universal, o no será. Las crisis de nuestro tiempo pueden –y deben- ser vistas como oportunidades revolucionarias, lo que es nuestra obligación afirmar y dar nacimiento.
Además, el manifiesto final,
MANIFIESTO FINAL
III Encuentro Ecosocialista Internacional
Las organizaciones convocantes del III Encuentro ecosocialista internacional celebrado en Bilbao, los días 23, 24 y 25 de septiembre de 2016,
A finales del mes de septiembre tenía lugar en Bilbao el III Encuentro ecosocialista internacional, con la presencia de numerosas organizaciones ecologistas, sindicatos y partidos políticos, especialmente del País Vasco. Del desarrollo de estas interesantes jornadas conviene destacar el Manifiesto Final suscrito por todas estas entidades, donde se realiza una compleja radiografía de la crisis eco-social y donde se van evidenciando las posibles complicidades entre ecologismo y mundo sindical, a la hora de ir diseñando una hoja de ruta para transiciones en el sistema productivo.
Consideramos:
1- Que el capitalismo se ha desarrollado de espaldas y enfrentado con las dos dependencias básicas que posibilitan la vida humana. Ignora, en primer término, que, como el resto de las especies vivas, obtenemos de la naturaleza lo que necesitamos para vivir y, en segundo lugar, oculta que, para nuestra supervivencia, somos radicalmente dependientes de los cuidados y tiempo que nos dedican otras personas desde el momento del nacimiento hasta la muerte.
2- Que esa ignorancia y ocultación devienen del hecho de que el capitalismo otorga valor económico solamente a aquello que se puede medir en dinero. Ni la fotosíntesis, ni los ciclos naturales como el del agua o el del carbono, ni todas las tareas asociadas a la reproducción y cuidados humanos pueden ser analizadas a partir de su precio y, por tanto, son invisibles para la economía capitalista.
3- Que, ignorando los límites derivados de esas dependencias, respecto de la naturaleza y de otras personas, el modelo de producción, distribución y consumo de las sociedades capitalistas, que busca en exclusiva la ganancia y acumulación privadas, basa su reproducción en un crecimiento continuo e ilimitado.
4- Que ese crecimiento ilimitado choca de lleno con los límites biofísicos del planeta. Asistimos a un agotamiento creciente de los recursos naturales (escasez de agua potable, inminente final de la era del petróleo barato, escasez creciente de minerales estratégicos, colapso de pesquerías, deforestación…), a una evidente degradación de los ecosistemas (pérdida acelerada de la biodiversidad, contaminación del suelo y de las reservas hídricas, degradación o sobrexplotación de los servicios aportados por los ecosistemas…) y a una alteración-deterioro sin precedentes de los equilibrios naturales, no solo en el ámbito local o regional, como en el pasado, sino también por primera vez en el sistema ambiental global, cuya manifestación más evidente es el cambio climático: ECOCIDIO. Este estado de URGENCIA ECOLÓGICA provoca, además, año tras año millones de refugiados ambientales.
5- Que, a pesar de los discursos oficiales, la Cumbre de París de 2016, no ha sido capaz de acordar la vía para enfrentarse de manera eficaz y urgente a las consecuencias devastadoras del cambio climático, porque, entre otras razones, permite a los contaminadores continuar con el uso de los combustibles fósiles y posibilita el asalto corporativo a las energías renovables.
6- Que, además, y de manera particular en esta fase neoliberal del capitalismo, el modelo de producción y consumo imperante ha creado una sociedad global enormemente injusta y desigual, en la que el sobreconsumo, el despilfarro y el enriquecimiento de unos pocos hunden sus raíces en la escasez y en la pobreza de la mayoría, así como en la incautación de los tiempos que, en estas sociedades patriarcales, mayoritariamente las mujeres, dedican a la reproducción social y a la gestión cotidiana del bienestar. Una sociedad en estado de EMERGENCIA SOCIAL como consecuencia del paro, la precarización, la destrucción de derechos sociales y laborales, la erosión de los servicios públicos y de la protección social con la consiguiente transferencia del cuidado a los hogares y la privatización de los bienes comunes: AUSTERICIDIO.
7- Que el hambre, los problemas ambientales y los conflictos armados que actualmente fuerzan a millones de personas a desplazarse de sus países de origen tienen su causa en motivos estructurales que configuran las relaciones internacionales de los actores que compiten en el mercado global.
8- Que esta situación de choque frontal con los límites biofísicos del planeta y de impresionante retroceso en derechos laborales y sociales, y de enorme injusticia social, sólo puede imponerse negando la capacidad de decisión de los pueblos para autogobernarse en defensa de los derechos de sus ciudadanos y con menos democracia (desinformación, dictadura de los mercados, gobiernos de tecnócratas no elegidos, cambio exprés de la constitución española, incumplimiento sistemático de las promesas electorales, intervencionismo abierto de la Troika europea en los países rescatados), con la extensión del miedo (La doctrina del shock”), la desinformación de los “mass media”, el engaño y la mentira de los gobiernos, y, cuando todo eso no es suficiente, con el aumento de la represión (el asesinato de ecologistas y otros disidentes bate récords en los últimos años). En falaz afirmación del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker: “No puede haber decisiones democráticas, en contra de los tratados europeos”.
Declaramos:
1– Que un futuro reconciliado con la naturaleza y la propia humanidad exige un CAMBIO RADICAL DE PERSPECTIVA, un cambio radical en los modos de producción y consumo, que pongan en el centro de la vida las necesidades básicas de todas las personas, democráticamente determinadas y ajustadas a los límites biofísicos del planeta (ECOSOCIALISMO).
2- Que, por ello, la solución no puede ser UN CAPITALISMO, que, aunque esté disfrazado de VERDE reproduzca el mismo modelo de consumo y las mismas estructuras económicas y sociales que han sido la causa de la situación actual. Es necesario cambiar el modelo de producción capitalista basado en la propiedad privada de los medios de producción. En definitiva, qué producir, para qué y para quién, quienes participan en la decisión y cómo hacerlos son las preguntas fundamentales.
3- Que ante la ofensiva generalizada del sistema capitalista sobre la vida, creemos imprescindible la construcción de una alternativa de la que formen parte, en igualdad, todas las agendas liberadoras (feminismo, sindicalismo, movimiento indígena y campesino, ecologismo, etc.) por lo que, es necesario reforzar el diálogo entre los diferentes sujetos emancipatorios, con una perspectiva internacionalista y una mirada integral a los territorios (incluyendo cuerpos, memoria, saberes, bienes comunes, etc.)
4- Que lo queramos o no, estamos abocados a un proceso de transiciones eco sociales que nos conduzcan a un decrecimiento de la esfera material de la economía. Transiciones económicas (del modelo productivo, energética…), sociales (organización social de los cuidados……), culturales (educación……), legislativas y territoriales (municipios en transición…) que entendemos deben ser socialmente justas al servicio de las personas y la comunidad, ambientalmente equilibradas y democráticamente decididas, porque, de lo contrario, conducirían a un modelo de sociedad en la cual, para que cada vez menos personas (los grandes poderes) puedan mantener su actual estilo de vida, se necesita que un mayor número de personas no llegue a los mínimos materiales que les garantizan una existencia digna.
5- Que es imprescindible garantizar el acceso a condiciones de vida digna y autónoma para todas las personas.
6- Que, por ello, apostamos por unas transiciones que sean capaces de dar respuesta a la urgencia ecológica, enfrentando simultáneamente los problemas derivados de las emergencia sociales, para lo cual consideramos imprescindible el contraste y la colaboración entre esos dos ámbitos, que no siempre han caminado juntos Un objetivo central de estos III Encuentros ecosocialistas ha sido ofrecer a ambos ámbitos un espacio de concurrencia amplio y diverso en el que el protagonismo sindical ha tenido especial relevancia.
7- Que frente a los mitos del crecimiento ilimitado o las ilusiones neo keynesianas que no tienen en cuenta el choque con los límites del planeta, el encuentro entre esos dos ámbitos solamente podrá darse si se aborda en serio el REPARTO, tanto de la riqueza como del trabajo productivo y reproductivo.
8- Que ese reparto debe ir acompañado de un replanteamiento de la misma noción de trabajo, de tal manera que se pongan en el centro todo el conjunto de trabajos socialmente necesarios en oposición al pensamiento dominante hoy, que no tiene en cuenta la naturaleza de la producción, siempre que sea rentable económicamente, y solo considera trabajo aquél que se realiza en la esfera mercantil a cambio de un salario, invisibilizando todo el ingente trabajo vinculado a la reproducción humana.
9- Que los poderes públicos deben impulsar los sectores socialmente necesarios, tales como los vinculados a la rehabilitación energética de los edificios, a las energías renovables, a los transportes públicos, a la agroecología, a los servicios comunitarios relacionados con los cuidados y con el tiempo libre, a la sanidad, a la educación. Sectores de bajo consumo de energía y materiales que, por otro lado, son intensivos en mano de obra y que, por ello, ayudarán a compensar la inevitable pérdida de empleos en aquellos sectores económicos que, en las transiciones eco sociales, deberán decrecer o, incluso, desaparecer.
10- Que para que se produzcan esas transiciones justas y sostenibles, es imprescindible empapar nuestras sociedades de una visión feminista capaz de extender a todos los ámbitos el derecho de las mujeres a la igualdad, acabando con las lacras de la opresión patriarcal y con la violencia que la misma genera sobre ellas; y promover el empoderamiento popular (democracia y soberanía) frente a esas élites acaparadoras e insaciables que ocupan los centros de poder y secuestran desde ellos las voluntades mayoritarias de las poblaciones. Por ello, reivindicamos el derecho a decidir de las comunidades sobre las cuestiones importantes que les afectan, tanto en el ámbito de la política, como en el de la economía. Con todas sus posibles contradicciones, consideramos que esa vía se ajustará mejor a las necesidades básicas de las personas de esas comunidades y a su relación equilibrada con el medio ambiente que la vía del mercado ciego o la de la dictadura de los tecnócratas.
11- Que ese empoderamiento debe manifestarse también en la gestión y el control comunitario o colectivo de los recursos naturales y de los bienes comunes (remunicipalización de las redes eléctricas…), en la recuperación de una banca pública imprescindible para abordar dichas transiciones, y en la denuncia de la ilegal deuda, pretexto del austericidio.
12- Que un pilar decisivo de esas transiciones eco sociales debe ser la educación. Educación como paideía (4): autoconstrucción colectiva y personal a lo largo de la vida, como los seres eco dependientes e interdependientes que somos. Que rechace el enfoque instrumental de la educación neoliberal y cambie competición por cooperación, individualismo por colaboración, resultados por procesos… Que contribuya a cambiar los contenidos y las prácticas reproductoras de una cultura insostenible y a hacernos preguntas que remuevan esta cultura convirtiendo la escuela en una institución transformadora en vez de reproductora.
Nos comprometemos a:
1- Extender la conciencia ecosocialista y feminista a lo largo y ancho del planeta.
2- Impulsar la creación de una red ecosocialista internacional, vinculada a plataformas como la Vía Campesina, el Plan B para Europa…o a movimientos a favor de la Justicia Climática, o de los DD HH para todas las personas, sin distinciones, ni categorías…
3- Promover el encuentro y la colaboración entre diferentes agentes sociales y políticos que trabajan en el ámbito de la urgencia ecológica y de la emergencia social, para buscar mayorías populares en pos de un cambio de modelo.
4- Llevar a las instituciones gubernamentales propuestas legislativas que favorezcan las necesarias transiciones ecosociales. Entre las prioritarias deberían estar aquellas que blinden los derechos económicos, sociales y culturales en los textos constitucionales, y que protejan nuestros bienes comunes garantizando el igual acceso a su gestión y disfrute.
5- Participar, impulsar o difundir todas las luchas contra el deterioro ambiental, particularmente contra los grandes proyectos de inversión de la industria fósil, y contra la privatización de los recursos naturales y de los bienes comunes.
6- Trabajar activamente en los movimientos de confrontación a los tratados internacionales como el TTIP, CETA, TISA… que perjudican gravemente el medio ambiente, las relaciones laborales, nuestra salud y, en general, las condiciones de vida.
7- Sostener todas las experiencias que buscan construir desde ahora embriones de una economía democrática, equitativa y sostenible; de un consumo justo y responsable, de una cultura alternativa que fomente unas relaciones humanas basadas en la igualdad y en el apoyo mutuo…….
8- Abordar la “revolución de nuestra vida cotidiana. Si bien ninguna suma de cambios en los hábitos individuales de consumo puede sustituir las necesarias transformaciones estructurales, conviene, en ese sentido, recordar la oportuna frase de Mahatma Gandhi: “Vivir simplemente, para que otros puedan simplemente vivir”. Esta perspectiva que debiera priorizar más el ser que el tener debería ayudarnos a desengancharnos de las prácticas menos sostenibles, a promover aquellas que fueran más saludables y ecológicas y a asumir de manera igualitaria todos los trabajos de cuidados a las personas.
Referencias y Bibliografía:
(1) Ecosocialismo, La alternativa radical a la catástrofe ecológica capitalista, Michael Löwy
(2) Manifiesto Ecosocialista, Las organizaciones convocantes del III Encuentro ecosocialista internacional celebrado en Bilbao, los días 23, 24 y 25 de septiembre de 2016.
(3) Miguel Fuentes, Lic. en Arqueología, Historiador e Investigador de Doctorado en el Instituto de Arqueología del University College London (Reino Unido). Coordinador la Pagina Grupo de Seguimiento de la Crisis Climática Mundial.
(4) Paideia, era para los antiguos griegos, el proceso de crianza de los niños, entendida como la transmisión de valores y saberes técnicos inherentes a la sociedad.