Gasto Público de Chile y Necesidad de Reforma Tributaria
El gasto público corresponde al total de gastos que realiza el sector público de un país a lo largo de un año calendario, los que se utilizan en adquisición de bienes y servicios, así como, subsidios y transferencias que permitan mejorar las condiciones de vida de la población y mejorar la distribución de la riqueza.
A modo de ejemplo podemos considerar como gasto público inversiones estatales en servicios, infraestructura y producción, cumplimiento de derechos básicos, financiamiento de la burocracia administrativa, orden público y defensa, servicio de la deuda interna y externa.
Eternamente hemos escuchado en nuestro país una discusión respecto de si el gasto público es alto o bajo y de que forma podemos financiarlo. La posición de la derecha política nos dirá que el gasto público en nuestro país es excesivo, está mal focalizado y se utiliza para pagar favores, por lo que no merece una expansión. Respecto del financiamiento asegura que la llave maestra es crecimiento económico bajo la lógica de subsidiaridad, es decir, por medio de privados. Sin embargo de acuerdo a datos internacionales disponibles en la web, Chile realizó un gasto público el año 2022 equivalente a 26,56% del PIB, mientras que el promedio de los países de América del Sur se sitúa en un 31,34% del PIB y el promedio de los países de la OCDE (34), lo hacen en un 41,36% del PIB.
Muchas veces hemos concluido que los porcentajes no son capaces de mostrar una realidad en particular, dado que, ella se pierde en el promedio. Así, si miramos las cifras anteriores desde el punto de vista de cantidad de países por sobre o bajo nuestro porcentaje de gasto publico veremos que, en América del Sur solo tres países mantienen un porcentaje del PIB utilizado como gasto público inferior a Chile, mientras que entre los 34 países de la OCDE solo 3 presentan un porcentaje de gasto menor.
Lo anterior debe llevarnos a la conclusión que aquel discurso archi repetido de lo excesivo del gasto público en Chile, no es más que un discurso que por repetido, intenta mantener en el inconsciente colectivo la falacia impuesta por los dueños del capital que les permiten basados en un espejismo, mantener las condiciones de recaudación de impuestos por el estado en mínimos que satisfagan su afán de acumulación rápida. Con ello torpedean constantemente los esfuerzos por aumentar dicha cifra en beneficio del pueblo, catalogando a los impulsores de la idea de aumentar impuestos de despilfarradores o poco realistas.
Otra forma de mantener las condiciones actuales utilizada repetidamente por políticos defensores del modelo económico y su cofradía de “expertos” de matinales y noticiarios de medios informativos de su sector (casi todos), es repetir hasta el cansancio el mal uso que se le da a los recursos como causa para impedir el incrementos de ellos vía impuestos. Nos bombardean con ejemplos de mal uso de recursos públicos, que si bien es cierto es algo que debemos erradicar con más control y fiscalización (más burocracia administrativa), y aplicar las penas legales existentes a quienes resulten responsables de ellos, no es menos cierto que, los montos mal utilizados representan una parte ínfima del total del gasto público. Nada se dice de aquellos dineros bien gastados y de la necesidad creciente de acciones en aras de mejorar la equidad y dignidad de nuestro pueblo.
En Chile aproximadamente tres cuartas partes del ingreso del Gobierno Central provienen de la recaudación tributaria, en este caso, el aporte del Iva representa alrededor de 43 puntos mientras que otros 28 puntos son aportados por el impuesto a la renta, el otro cuarto corresponde a transferencias de excedentes de las empresas públicas, cotizaciones previsionales del INP y fondos de Fonasa principalmente.
Como podemos ver nuestra estructura de financiamiento es absolutamente regresiva, toda vez que, gran parte de los recursos recaudados provienen del impuesto al valor agregado (Iva), ese que cancelamos todos los chilenos, mientras que el aporte de impuesto a los sueldos altos, ganancias personales y de empresas es significativamente menor.
Las cifras presentadas a todas luces indican la necesidad de llevar adelante una reforma tributaria en donde aquellos que ganan más, aporten más, es una parte importante de la forma que tenemos para avanzar en igualar la distribución de la riqueza al interior de nuestro país, algo que por cierto es aberrante en la actualidad, y mejorar las condiciones de dignidad de vida de nuestro pueblo. El coeficiente de Gini (medidor de la desigualdad) en la actualidad es del orden de 0,47 y nos sitúa alrededor del lugar 18 en términos de desigualdad sobre un universo de 91 países con datos disponibles, siendo el más desigual de la OCDE.
Imagen «Ámbito Financiero»
Jorge Pozo Monardes